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La parte más habitual de la odontología general es la odontología conservadora. Muchos de los tratamientos son comúnmente conocidos por los pacientes (como los empastes) pero existen otros que también solucionan problemas de salud bucal. Los tratamientos más habituales son:
Los empastes se realizan cuando hay caries en un diente, siempre que ésta no haya afectado a la pulpa o tejido nervioso. Antes de que la caries continúe avanzando y pueda dar lugar a fracturas o a pulpitis (donde sería necesaria la endodoncia), el odontólogo elimina el tejido afectado por la caries y rellena la cavidad resultante con material de empaste (composite), más estético y efectivo que el antiguo amalgama de plata.
Consiste en recuperar gran parte de la corona de la pieza dental perdida por caries o fractura.
Para ello, el odontólogo utiliza el composite para reconstruir cúspides, surcos y toda parte ausente de la pieza, siendo habitual combinarla con refuerzos internos como pernos o pins.
También conocido como “rechinamiento”, el bruxismo es el movimiento involuntario de apretar o rechinar los dientes. Es un comportamiento provocado de forma inconsciente realizado principalmente mientras se duerme.
Con el bruxismo, se genera una gran presión y fuerza sobre los dientes, lo que provoca que se rompan, aflojen y pierdan el esmalte dental. Además, esta sobrecarga puede crear serios dolores en la mandíbula, en la cabeza y en el cuello, cervicales, en el hombro y en el oído.
El bruxismo también puede hacer que los dientes se vuelvan más sensibles a los alimentos y líquidos fríos o calientes. Sin embargo, cuando se diagnostica con tiempo, puede ser tratado antes de que cause daños permanentes en los dientes.
Para ello, se utilizan férulas de descarga, que están diseñadas para evitar la fricción entre nuestros dientes y la sobrecarga en la zona.